4.7 Cuidados al usuario en el traslado a la unidad de cuidados post anestésicos (UCPA)


El movimientos del paciente desde la mesa de operaciones a la camilla o cama de recuperación debe hacerse con suavidad y por un número suficiente de personas para que el peso se distribuya de forma adecuada y no se lesionen el paciente ni el personal. 

Al paciente semianestesiado no se le debe arrastrar ni golpear contra el borde de la mesa de quirófano hasta la camilla, porque esta acción puede cortar la piel o provocar lesiones musculoesqueléticas en la espalda, la cabeza, el cuello o las extremidades. 

El esfuerzo coordinado de todos los implicados, junto a la utilización de sábanas o rodillos corporales y la atención a las extremidades, las vías, los drenajes y los monitores, favorecen una transferencia segura del paciente. 

La comunicación con la unidad y el personal de enfermería receptores antes del traslado incluirá una descripción del equipo esencial necesario para el paciente, como los ventiladores, los monitores especiales y el equipo de aspiración.

El traslado entre el quirófano y el área de recuperación ocurre en un momento en que el paciente puede ser proclive a las lesiones, a los problemas relacionados con las vías aéreas, a presentar vómitos y aspiraciones o a la inestabilidad cardiovascular debido a los efectos de la anestesia residual. 

El traslado debe completarse lo más rápidamente posible, con miembros del equipo quirúrgico, incluido un miembro del personal de enfermería y el anestesiólogo, quien va a la cabecera del paciente. 

Al llegar a la unidad de cuidados postanestésicos o área de recuperación, la enfermera de quirófano informará del procedimiento, del plan de asistencia de enfermería y dará información adicional al personal de enfermería que cuidará al paciente. 

Éstos deben ser informados de lo siguiente: 

- La operación realizada.

- Los signos vitales.

- Los fármacos ( incluidos las técnicas y los agentes anestésicos), los líquidos y los hemoderivados administrados en el quirófano.

- Las pérdidas de sangre durante la cirugía, así como la diuresis y otros   drenajes.

- La presencia de drenajes o catéteres.      

- Problemas que ocurrieron durante la cirugía o la anestesia.

- La presencia de anomalías o enfermedades preexistentes.

- Observaciones especiales o intervenciones recomendadas.    

- Las preocupaciones y los deseos del paciente para el período de recuperación.   

- Planes de asistencia de enfermería perioperatorio especiales.


Bibliografía:  

Enfermería medicoquirúrgica: Beare y Myers,  volumen I, 3ra. edición, España, año 1999.   



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